24.4.07

vuelo

se acerca delicadamente, con suaves movimientos, casi pájaro.
los rayos de sol se entretienen en calentarnos, haciendo brillar su espalda, destellando agua.
el océano, a veces amenazador y casi siempre inquietante, se torna placenteramente acogedor, incapaz de contener peligro alguno, y hasta adquiere una textura distinta. y se entibia.
mi ojos no pueden ya despegarse de su figura y en medio del silencio -aunque no he dejado de hacerlo, que extraño, no escucho la voz monótona de mi respiración- pareciera que fueran a sonar sus latidos.
durante algunos metros mi cuerpo y el suyo, tan distintos, adquieren un mismo ritmo. sincronía equilibrista. ritmo de mar quieto.
y entonces, vuelo.