3.12.06

los secretos del pez luna (v)









nadando inquieto de un lado a otro en el interior de su nueva piel de astronauta, el pez luna no cesaba de preguntarse qué debería llevar en su viaje a las nubes. finalmente sacó aquel espejo de su nave acuática - ¿cómo demonios habría llegado hasta allí? - y lo sustituyó por una funda para sus lentes -era un pez bastante miope- donde las guardaría cuidadosamente cuando llegara el momento: no las necesitaba para ver de cerca; ni desde dentro.

eight days a week

30.11.06

defensa-dehesa

tal vez fuera necesaria la sagacidad de uno de esos sabios conocedores de las más sutiles diferencias entre las hierbas que dan vida a los pastos o la capacidad de adquirir el tamaño de un insecto de aquel curioso naturalista de nuestras tardes de adolescencia para caminar entre los prados de la dehesa en primavera con la emoción con la que se recorren kilómetros de selva. porque en las dehesas, dicen los ojos que saben ver, las voces que cuentan, son tales los matices de la alfombra vegetal que su número sólo es comparable con el de la selva.

tal vez, sólo tal vez. porque mientras una no acaba de acostumbrarse a ver caer el otoño a través de una ventana, a perseguir al lobo, al águila o a la nutria, en latín y letras cursivas, a través de espesas montañas de papel en los que se define, se describe, se recoge, se ordena, se clasifican los montes, la tierra, la gente misma; mientras una no acaba de acostumbrarse a navegar esquivando escolleras de números en busca de algún rastro de esa piedra filosofal que nos permitiera acaso retomar el camino hacia la armonía con la naturaleza... mientras no te acostumbras a todo eso aún puedes regresar, una vez más, a la generosidad de la dehesa: a la compañía de los fresnos centenarios, gigantes mutilados resistiendo tenaces el acoso de las grúas, a la luz de los narcisos sobre el brillo del verde un atardecer, a las voces del agua tras las primeras lluvias, al esfuerzo y la risa cosechando los leños para alimentar la lumbre y dejar paso al ganado, al viento en el rostro y las melodías entonadas al sol mientras recorres la dehesa a ritmo de remolque. porque cuando una no acaba de entender el mundo, pocas cosas hay mejores que cantarle a la vida.

dehesa (del lat. defensa, defendida, acotada)













25.11.06

por amor

no es sólo en días como hoy que las espesas caracolas amarillas de tus cabellos parecieran flotar levemente sobre el transcurrir de mis horas, que agita la memoria el profundo azul de tu mirada esquiva o la indescriptible expresión de tu rostro mientras señalas obsesivamente ese ojo condenado por los golpes a la eterna oscuridad, idéntica, como un calco burlón aplicado a modo de máscara sobre el rostro, a la de muchas mujeres con independencia de que lo señalado sea un ojo, una pierna, la cabeza o el alma.

cada cierto tiempo permito deslizarse casi descuidadamente entre las conversaciones la misma pregunta. la misma respuesta una y otra vez en el transcurso de los últimos meses: nada. idéntica a la del resto de ocasiones en las que renuncias a nuestro mundo y desapareces: nada. nada sabemos de ti hasta tus repentinos regresos de ojos sumergidos en la nada, de menos kilos de carne entre la nada de tu piel y los huesos, de dignidades perdidas -perdida la última vez hasta la melena de tus rizos- que no es posible ya esconder con una sonrisa tras las marcas delatoras de un cuerpo y una mente profundamente magullados o unos labios temblorosos que finalmente tuercen la risa en mueca, estoy muy bien aseguran, mientras gruesas e incontenibles lágrimas se deslizan por las mejillas a punto de alcanzar el cuello. regresos a la falta de entendimiento – mis hijos no me entienden, mi familia no me entiende, amigos no tengo –, hacia la ausencia de respuestas. o acaso fuera una respuesta aquel bajar la vista al suelo cuando te pregunté si es que tú entiendes.

tal vez sea el amor, hoy como ayer y allá donde quiera que estés, tu única respuesta: por amor me enganché a la droga me contabas, por amor los hijos abandonados, la familia descuidada, los amigos y el trabajo perdidos; por amor los gritos, los insultos, los golpes y el hospital, las mentiras, la vergüenza, el silencio, la renuncia. nos amamos tanto, con tanta pasión... por amor la mirada perdida, la ausencia de límites, la pérdida de ti misma, y una nueva oportunidad a la esperanza de un cambio que no llega.

hoy, mientras cientos de mujeres y hombres salen a la calle contra la violencia y los medios exhiben las cifras de las muertes -ninguna cifra de los suicidios inducidos, de las muertes en vida, de las palizas a la estima, de la mente deshecha, de la quiebra de una misma, de las noches en vela, del miedo o la ira – mientras otras tantas o más personas continúan culpando a las mujeres por débiles, cómodas, locas, masoquistas... los libros, las historias, las pantallas siguen reproduciendo sin cesar románticas historias de amor: amorposesión, amordominio, amorcontrol, amordolor, amorsacrificio, amorsinlímites, amorquetodolopuede, amorsinelquelavidacarecedesentido. cuanto mayores los celos, el sufrimiento, la dependencia, más inmenso, triunfal y alabado el amor. seguimos predicando ese amor, seguimos predicando el perdón del borrón y cuenta nueva - con renuncia no expresa a los límites y el aprendizaje que muestran a veces las cuentas mal resueltas - y la libreta de la vida continua devolviéndonos una y otra vez la misma cuenta sin resolver, la misma página desgastada, sucia, rota y dolorida de tanto borrón.




























-buitrago de lozoya. 25 noviembre 2006-